Como país saldremos de este episodio amargo. Lo hemos hecho muchas veces. Pero creo que tenemos que ir a las bases. Educación desde los primeros años: El conflicto parte de nuestra vida, qué es y la importancia del diálogo real y efectivo.
Estamos llenos de mesas de diálogo, suena bonito… pero al final sólo se logra desprestigiarlo. El diálogo aparente, en aquel en que se debate sin que unos escuchen a otros, donde se realizan reuniones no incluyentes, con negociaciones duras, en que nadie pretende de fondo colaborar, sólo imponer sus propias demandas. En definitiva, desgaste, falta de foco y estallido social.
Nada justifica los hechos de violencia sufridos por todos los chilenos y en especial por los capitalinos. Nos hace falta escuchar, comprender y empatizar.
Los mediadores como agentes de paz y facilitadores del diálogo tenemos un rol que cumplir, como educadores en y para el conflicto. Nuestro campo de acción son los conflictos porque ellos son fuente de relación humana. El conflicto es inevitable y debe ser aceptado. Es muestra manifiesta de esa desconformidad, que en algún momento estalla, dejando la latencia en la que se encontraba, para dar paso de una u otra forma, materialmente, a su cuerpo.
Cuando éste se hace manifiesto y evidente a través de la violencia, como forma inadecuada para resolverlo, como forma de demostración de poder, o como forma de llamar la atención, estamos empleando una óptica perversa.
Aprendamos a mirar de frente el conflicto, discutir nos hace bien porque da cuenta de nuestras diferencias, formas de interpretación, formas de afectación. Pelear, insultar, agredir tanto física como sicológicamente, nos daña no sólo en lo personal sino en lo más profundo de nuestra humanidad.
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